La tortura de ser mujer en el siglo XXI

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Cada pocos minutos una mujer (incluidas las mujeres niñas) es asesinada por su pareja o por algún familiar, en algún rincón del mundo.

Los conflictos en nuestro planeta no cesan. Diariamente vemos como los altercados por cuestiones políticas, raciales, religiosas u otras, se suceden sin control. La gente se hacina en grandes ciudades, pensando quizá que el hacinamiento, la masa, les protegerá en gran medida de los horrores de dichos conflictos. Como el ganado que se enroca entorno a sí mismo, con el fin de esconderse del pastor o del perro que les azota. Pero la sociedad masificada no es precisamente la madre protectora que todos necesitamos.

Ha llegado el primer cuarto del siglo XXI y nadie, hace algunos años, apostó por el retroceso palpable de los derechos humanos entorno a las mujeres y las niñas. Nadie puede dudar sobre la implementación de medidas en todo el mundo, que hacían presagiar el retroceso de la misoginia masculina. Sin embargo, en el día a día podemos comprobar que, realmente, esto no ha sido así; cada vez son más los aplastantes datos que elevan el número de feminicidios en todo el mundo, haciendo que las esperanzas queden diluidas entre la maraña de noticias a nivel mundial que se producen.

En 1995 se firmó el aclamado Tratado de Beijing, y hoy, treinta años después, se ha realizado un estudio para comprobar que, efectivamente, aquello que se plasmó ha contribuido a que hubiera un avance en el mundo, en cuando a las lacras del machismo y los avances de la mujer se refiere.

Entre los resultados claramente objetivables, se ha conseguido dotar de una mayor calidad de vida a las mujeres. Consiguiendo, por ejemplo, que la mortandad materna se reduzca en un 33%; así mismo la mujer ha conseguido una mayor representación política en los parlamentos, llegando incluso a consolidarse una cierta paridad en algunos países. Aunque, sin embargo, no todo ello ha sido posible en gran parte de las sociedades totalitarias donde imperan leyes religiosas o tribales.

Existe un dato positivo y es que se han articulado en el mundo, entre países y organismos oficiales cerca de 1.531 reformas legales aceptadas. Han sido 189 países los que han pretendido consensuar objetivos loables sobre esta disfuncionalidad antinatural y es que la mujer esté por debajo del hombre en muchos aspectos de toda índole, todavía. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos realizados, se está lejos de conseguir dicho objetivo.

Desgraciadamente todavía queda mucho recorrido. Ahora se acaba de poner la mirada en el nuevo Programa de Acción Beijing+30 que se unirá a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Aunque si tenemos en cuenta que dicha agenda está siendo muy denostada por unos y es inaceptable para otros, muy probablemente dentro de unos años estemos todavía luchando de una manera concreta por la igualdad de la mujer en sociedades más avanzadas y por la consecución de los derechos humanos más elementales, en sociedades más primitivas que se aferran a sus creencias sociales, religiosas o políticas machistas, para seguir sometiendo a las mujeres desde el mismo momento de su nacimiento.

Con todo ello, vemos que siguen haciendo falta esfuerzos considerables para lograr esa igualdad de género tan necesaria y acercarnos así, como sociedad, al cumplimiento de los objetivos deseados. Si analizamos las medidas adoptadas, podemos observar, que, en términos generales a la mujer maltratada, la que resulta asesinada al final de un ciclo vital de sufrimiento continuo, poco favor se le está haciendo, sin adentrarnos en, como se viene incidiendo en el presente artículo, el campo vital de las mujeres sometidas en sociedades totalitarias. Más de 1.500 medidas para alcanzar la paridad, sólo parecen estar incidiendo en el terreno ginecológico, pero poco más.

Uno de los puntos más controvertidos y en el cual no se ha conseguido un gran avance, es en la erradicación de la violencia, V0 (violencia cero) en el entorno de mujeres y niñas en todos los países del mundo. Cierto es que no han sido pocas las normas establecidas para llegar, al menos a disimular las cifras que cada año indignan más en todo el planeta, en cuanto a la protección de estas se refiere. Pero es obvio que algo está fallando. Los derechos humanos de las niñas, se diluyen frente a sociedades radicales que consienten en considerarlas mujeres adultas con pocos años de vid; las casan para ser sometidas al arbitrio de hombres que podrían ser sus padres o abuelos, vendidas como esclavas sexuales en gran parte del mundo, abandonadas en calles de las grandes ciudades para ser pasto de tratantes de blancas, o sencillamente ignoradas y envueltas en oscuros velos para ser poco menos que invisibles en sociedades radicales religiosas. En cuanto a las mujeres, básicamente tan sólo con mirar las cifras que nos muestran las diferentes sociedades día a día, nos encontramos con situaciones de desamparo realmente terribles. ¿Nos estamos volviendo inmunes a estos datos? ¿Los ignoramos? Yo, usted, como componentes de una sociedad moderna y entre comillas civilizada ¿estoy haciendo algo por erradicar esta cultura de sometimiento?

Es bueno recordar la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), organismo dependiente de la Asamblea General de Naciones Unidas, que, creada en 1979, es considerada como la carta magna de los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo, siendo su resoluciones jurídicamente vinculantes en todos los países que la firmaron. Aunque, en general no se suele su texto ser expuesto en organismos públicos, ni en escuelas, ni en lugares de trabajo, para intentar, poco a poco crear conciencia de ello en la sociedad moderna.

Luego están, claro, todos los países que no han firmado, ni lo harán en el futuro inmediato ningún tipo de acuerdo sobre este tema, entre ellos Irán, Yemen, Afganistán, Arabia Saudí o Qatar. Quienes han apostado, unos por la guerra y las atroces torturas y asesinatos de mujeres y niñas, y otros por lavar su imagen con poderosas estrategias económicas que callan bocas en países “civilizados” del mundo. Poderoso caballero don dinero, como son los casos de Qatar o Arabia Saudí.

Pero si existe un país que ahora se erige en adalid de las mayores atrocidades sociales contra la mujer y las niñas, ese es sin duda Afganistán, quien aísla y somete a torturas permanentes al género femenino, relegándolas a un estatus jurídico casi parecido al de las bestias.

Y quizá, en un dato poco comentado, tal vez envuelto por la guerra casi permanente entre judíos y palestinos (terroristas), más de treinta mujeres son asesinadas cada año de manera cruel en territorio palestino sin que a ninguna autoridad le interese saber de donde proviene o quien comete dicha violencia interior. Amén del sometimiento social de la mujer al hombre en dicho estado fallido.

Antonio Guterres, Secretario General de la O.N.U. comentó en uno de sus discurso: “Cuando las mujeres y niñas salen adelante, todas las personas prosperamos”. Esto nos lleva a pensar que la falta de resolución de este conflicto social nos lleva irrevocablemente a una cierta deshumanización de la sociedad donde vivimos. No es necesario comentar y resulta hasta deleznable que se tengan que seguir escribiendo artículos como éste. Ni las inversiones millonarias, ni las leyes puestas en marcha en los últimos 25 años parecen haber surtido efecto.