La noche del viernes 20 de diciembre de 2024, el médico psiquiatra Taleb Jawad Al-Abdulmohsen, conduciendo un BMW, se dirigió a un mercadillo navideño en la ciudad de Magdeburgo. Puso su coche a toda velocidad y lanzándose contra la multitud, dejando tras su paso un reguero de heridos sobre la calzada, cerca de 220, así como cinco cadáveres, cuatro mujeres y un niño de cinco años, cometió uno de esos delitos que dejan atónitos a la opinión pública mundial.
Hasta aquí, un acto terrorista más, como tantos ocurridos en Barcelona, Nueva York, París, Boston, o lugares tan diversos como Pakistán, India, Rusia o Mauritania, entre otros muchos.
Sin embargo, al parecer el asesino, sin necesidad de concederle presunción alguna, ha resultado ser un atípico psiquiatra en pleno uso de sus facultades mentales, y cuyo acto, a pesar de su nacionalidad, no entra dentro de lo que estamos acostumbrados a ver. No utilizo gritos aludiendo a lo grande que puede resultar Ala, cuando es utilizado como elemento de odio, ni tan siquiera su atentado, pudo ser reivindicado por ninguna fuerza radical islámica ubicada en cualquier parte del mundo. A la sazón tampoco entraría en la órbita de los mal llamados Lobos Solitarios.
Para todos aquellos analistas o expertos es un caso atípico. Es un ferviente defensor en favor de las libertades de las mujeres saudíes, islamófobo; abandona el Islam, y por ello recibe constantes amenazas de muerte durante años. Desde hace tiempo muestra simpatías públicas por el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania y acusa a algunos políticos de estar actuando en favor de la islamización de Europa.
Seguramente, se escribirán ríos de tinta sobre este psiquiatra y su acción. Se desgranará su vida, se observarán y estudiaran sus frases, sus redes sociales serán diseccionadas y todo cuanto haya sido su actividad social se verá contaminado. Para al final acabar aduciendo que tuvo un estado de alteración que como psiquiatra no pudo o no supo resolver. Será internado y se tratará de dejar al margen de la historia del terrorismo tradicional su acción. Sin embargo, la reflexión nos debe llevar hasta el camino tan interesante que nos abre: un simpatizante de la ultraderecha que abandona el Islam y se convierte en alguien que lo ataca de una manera furibunda, convirtiéndose en activista, contrario a las actividades que, al parecer desarrollaría un régimen tan pernicioso como sería el de los países árabes.
Sin duda, la acción merece toda la reprobación de la sociedad y de la ley. Y su condena tendrá que ser todo lo dura que la justicia alemana permita. Sin embargo, como bien dije antes, permitan que ejerza de Pepito Grillo, de abogado del Diablo, con el único propósito de analizar dicho acto desde otro punto de vista.
En Europa se están operando cambios importantes, que un sector de los políticos califican de “terribles” (la izquierda radical y la derecha moderada), pero que sin embargo otros ven con buenos ojos: la movilización de la ciudadanía en favor de posturas políticas calificadas por los anteriores como de “ultraderecha”. Se criminaliza a TRUMP o a Elon Musk, a Giorgia Meloni o al presidente de Rumania o Polonia, por su inclinación hacia postulados considerados radicales, mientras se abren las puertas a entidades y dictaduras cargadas de dinero y consideradas como peligrosas por muchos otros organismos y que ejercen una tiranía controlada en contra de los derechos humanos de sus ciudadanos y en especial de las mujeres.
Siendo lo anterior incontestable, por mucho ruido que se pretenda hacer desde algunas instituciones, la derecha y sus ideas, no tan radicales como se están pintando, dado que se coge el todo por la parte, en un juego de desinformación, cuya explicación excedería a la de estas breves notas sobre el caso alemán, están calando en una sociedad que cada vez se ve más abandonada por sus políticos y con más necesidades sin cubrir.
¿Por qué no entonces, entender que alguien que ha vivido en el seno de una sociedad regresiva, con una cierta dosis de formación, no ha encontrado otra manera de protestar que cometiendo un acto deleznable?
Dicho acto es similar a los cometidos al grito de Ala es Grande y por lo tanto igual de execrables. Por lo tanto, no acabo de ver el desconcierto de una sociedad que no admite la mínima discusión, el mínimo coloquio sobre la más que probable islamización de Europa de la que Taleb acusaba a ciertos políticos alemanes.
Este texto, mismamente por contener algunas de las reflexiones que contiene podría ser tildado por los voceros de la cancelación como de un escrito peligroso por contener postulados o reflexiones cercanas a lo que ahora se ha dado en llamar fascismo, por parte de personas que utilizan determinados términos como una herramienta arrojadiza para generar ruido y enfrentamiento. Algún día tendremos que tomarnos en serio el reflexionar sobre los ciudadanos y sus derechos, sin tener en cuanta su ideología política o su voto en las urnas.
En el caso del psiquiatra asesino, debo estar a favor, como bien dije antes del castigo más enérgico que le caiga, sin restricción. Pero a la vez me gustaría debatir sobre su acción desde un punto de vista más social, y sin tantos prejuicios. Para mí, tan sólo muestra el hartazgo al que nos someten, en ocasiones los políticos con sus algaradas constantes, construyendo muros donde los ciudadanos tan solo queremos paz y respeto. Dejando bien claro, y ya van tres, que vaya desde aquí mi repulsa por su acción, esperando además el castigo merecido por el dolor que ha causado.