Del 29 de mayo al 2 de junio, 175 países llegaron a un acuerdo sobre un tratado internacional para combatir la contaminación plástica.
Discurso durante la inauguración el lunes, la jefa del PNUMA, Inger Andersen, declaró sin rodeos que “no podemos reciclar para salir de este lío”, y agregó que “solo la eliminación, la reducción, un enfoque de ciclo de vida completo, la transparencia y una transición justa pueden lograr el éxito”.
Y en su discurso introductorio, Emmanuel Macron describió la contaminación plástica como “una bomba de relojería”: “Hoy, extraemos combustibles fósiles para producir plástico, que luego quemamos. Esto es una tontería ecológica.
Tras cinco días de laboriosas negociaciones, en noviembre se examinará una primera versión en una reunión en Nairobi (Kenia), con vistas a un tratado definitivo a finales de 2024.
En la última reunión, encabezada por Francia y Brasil, la resolución propuesta fue adoptada en sesión plenaria en Unesco sede en París el viernes por la noche.
Según el texto, “el Comité Internacional de Negociación (CIN) solicita a su presidente que prepare, con la asistencia de la secretaría, un borrador de la primera versión del tratado internacional jurídicamente vinculante”.
Los negociadores, que se reunían desde el lunes, solo pudieron llegar al meollo del asunto el miércoles por la noche, después de dos días de bloqueo por parte de Arabia Saudita y varios países del Golfo, Rusia, China, Brasil e India. Este bloqueo estaba relacionado con la cuestión de si recurrir o no a una mayoría de dos tercios, en caso de falta de unanimidad durante el futuro examen de un proyecto de tratado. En una declaración de cinco líneas reconociendo las divergencias, el tema fue pospuesto.
Las discusiones revelaron enfoques contradictorios: por un lado, los defensores de un acuerdo ambicioso, que quieren abordar el plástico desde la producción hasta la eliminación. Estos últimos, liderados por Noruega y Ruanda y entre los que se encuentran la Unión Europea y Japón, apuestan por objetivos vinculantes de reducción de la producción de plástico, y por prohibir los usos más problemáticos (incluidos los plásticos de un solo uso). Por otro lado, un grupo de países que son grandes productores de petróleo y plástico se están enfocando en el tema de los desechos y abogando por el reciclaje u otras soluciones tecnológicas para paliar el problema. Estos países, incluidos China y Estados Unidos, están presionando por un texto menos restrictivo.
Según el periódico francés Mediapart, 190 cabilderos intentaron frenar el progreso. Defendieron los intereses de gigantes mundiales como Nestlé, Lego, Exxon Mobil y Coca-Cola, y de empresas francesas como Carrefour, Michelin, Danone y Total Energies.
Además de sus representantes, en particular la European Plastics Europa detrás de estructuras aparentemente ecológicas como la ONG Alliance to End Plastic Waste (fundada por la industria petrolera) estuvieron bien representadas en la Unesco. Pero todos los observadores profesionales, científicos y asociativos que habían acudido en masa no pudieron entrar cada día, por falta de espacio.
¿Sabías?
Más que 400 millones de toneladas de plástico se produce cada año en todo el mundo, la mitad de los cuales está diseñado para ser utilizado una sola vez. De eso, menos del 10 por ciento se recicla.
Un estimado 19-23 millones de toneladas terminan en lagos, ríos y mares anualmente. Eso es aproximadamente el peso de 2200 Torres Eiffel juntas.
Unos 11 millones de toneladas de desechos plásticos fluyen anualmente a los océanos. Esto puede triplicarse para 2040 y más de 800 especies marinas y costeras se ven afectadas por esta contaminación por ingestión, enredos y otros peligros.
Microplásticos – diminutas partículas de plástico de hasta 5 mm de diámetro – llegan a los alimentos, el agua y el aire. Se estima que cada habitante del planeta consume más de 50.000 partículas de plástico al año equivalentes a una tarjeta de crédito –y muchas más si se considera la inhalación.
El plástico de un solo uso desechado o quemado daña la salud humana y la biodiversidad y contamina cada ecosistema desde las cimas de las montañas hasta el fondo del océano.