El consumo de antidepresivos sigue aumentando en un mundo que parece más fácil para la píldora que para encontrar el problema real y resolverlo.
En 2004, la Agencia de Medicamentos realizó un estudio en el que dejaba claro que el consumo de antidepresivos se había triplicado en el mundo. En ese momento todavía teníamos que sufrir una recesión mundial, que se agravó con la pandemia que la Organización Mundial de la Salud se sacó de la manga y que nos sumergió a todos, al parecer, en un problema de salud mental del que solo parece que saldremos. ser capaz de deshacerse de con medicación permanente.
Antidepresivos, fácil prescripción
Para ceñirnos a España y comparar datos, en 1994 se vendieron en nuestro país 7.285.182 envases de antidepresivos, en 1999 (cinco años después) 14.555.311 y en 2003 se recetaron 21.238.858 envases. Si multiplicamos esto por el número de pastillas de cada paquete, cientos de millones de pastillas se pusieron en circulación en el mercado nacional sin excesivo control.
En el año 2021, cuando todos nos volvamos enfermos mentales, se pusieron en circulación más de 50 millones de cajetillas.
Para José Luis Quintana, médico de familia, “el problema es que hay un probable abuso de antidepresivos”. Otro de los medicamentos más recetados son los ansiolíticos, que los administra la Seguridad Social sin que nos adviertan fehacientemente de los posibles riesgos. En muchos casos, incluso se nos administran ambos fármacos sin una valoración de los posibles efectos secundarios. Hoy en día está claro que nuestro sistema cognitivo se ve afectado y que, sobre todo en personas de cierta edad, las funciones motoras pueden incluso verse comprometidas.
No es una sorpresa que ya en 2004, Julio BobesCatedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, afirma con alegría que “el mayor grado de formación continuada del personal sanitario ha contribuido a la identificación precoz de los trastornos mentales e incluso a un mejor manejo de los psicofármacos”.
Hoy en día te dejas crecer la barba, te despeinas y vas a tu médico de cabecera con una mirada sombría en tu rostro, tomas un café para mantener tu presión arterial alta y le cuentas alguna historia negativa sobre tu vida, que no tiene por qué ser verdad, y automáticamente lo harás. obtenga un diagnóstico de depresión, para lo cual se le recetará un paquete interesante para el cual no debe leer las instrucciones. Quizás porque entre los efectos negativos, es muy probable que afirme que el producto puede conducir a la depresión. La pescadilla que se muerde la cola hace que en las contraindicaciones de las pastillas que se dan para la depresión te encuentres con la misma enfermedad mental que supuestamente quieres combatir.
Hace unos días, Alejandro Sanzuna estrella de la música mundial, escribió lo siguiente en Twitter, lo que hizo sonar las alarmas en todo el mundo:
No estoy bien. No sé si esto ayuda, pero quiero decirlo. Estoy triste y cansado. Por si alguien más piensa que siempre hay que ser brisa marina o fuegos artificiales en una noche de verano. Estoy trabajando en ello… Llegaré al escenario…,
La salud mental comenzó a ser hablada en los noticieros, en los programas de entrevistas y llenó las páginas de los periódicos y programas de radio sobre el tema. Yo también estoy cansada y hay días que no siento la brisa del mar, ni las medusas, ni las sirenas, ¿y qué?
Estar triste se ha vuelto suficiente para conseguir drogas (antidepresivos)
Las industrias farmacéuticas han ganado con creces cuando confundimos un estado de ánimo normal -no todos los días son iguales- con depresión o enfermedad mental. Ramón Sánchez Ocaña, uno de los periodistas científicos más conocidos de principios de siglo, escribió en su libro El Universo de las drogas, publicado por Planeta:
Antidepresivos, violencia y asesinatos
Fue Sánchez Ocaña quien escribió lo anterior en 2004. Un año antes, a finales de agosto de 2003, en España, el teniente coronel y psicólogo Rafael Gil de la Hazade 56 años, que trabajaba en el pabellón psiquiátrico del hospital militar San Carlos de Cádiz, mató a su hija de 12 años, Ana Gil Cordero, con un tiro y luego otro para suicidarse. Lo único que todos articularon para decir fue “lo que pasaría por su cabeza”.
Pero mientras estuvo bajo el efecto del tratamiento psicotrópico, todos coincidieron en que llevaba varios días taciturno, retraído en sí mismo y que amaba a su hija de forma exagerada. ¿Por qué fallaron todas las herramientas a su disposición? Nada, ni siquiera la psiquiatría es infalible. De hecho, me atrevería a decir que difícilmente es infalible.
Unos días antes de que el teniente coronel y psicólogo matara a su hija, en Madrid, la Guardia Civil detuvo a una mujer que, según la agencia EFE: …había matado a su bebé de un mes en su domicilio de Las Rozas (Madrid), y que tuvo que ser llevada a un hospital para ser atendida del trastorno psiquiátrico que padece.
Los principales medios de comunicación silenciados
Una de las cuestiones que echo de menos en este tipo de noticias es que nunca hay forma de saber con claridad qué tipo de psicofármacos está tomando y si existe un vínculo entre su consumo y las ideas homicidas que desencadenan determinados hechos trágicos.
Para concluir, permítanme, en este pequeño acercamiento al mundo de los antidepresivos y sus consecuencias, hacerme eco de lo que José Carrióncatedrático de Biología Evolutiva de la Universidad de Murcia (UMU), escribió en noviembre de 2017 en el diario La Verdad, en una magistral columna titulada “La depresión como alarma inteligente”:
Una sola dosis de antidepresivos puede cambiar la arquitectura del cerebro durante casi tres horas, creando perturbaciones en nuestro ejército de neurotransmisores y una cascada fisiológica que lo inunda todo. Nada de mucho interés para las compañías farmacéuticas, quienes, con sus miles de cabilderos comisionados, financian más del 70% de los ensayos de la FDA, tomando el control de compras, ventas, investigación, publicaciones y medios.
Y por último pero no menos importante, cineasta roberto caballero, quien, con cinco premios Emmy de la Academia de las Artes, las Ciencias y la Televisión, decidió revelar en un documental titulado Receta: ¿Suicidio? las vivencias de seis niños de entre 9 y 16 años “que, tras tomar antidepresivos, intentaron suicidarse”. Un documental realmente sorprendente, que se estrenó en 1998 en Estados Unidos, el país que, junto con España, consume la mayor parte de este tipo de pastillas, no deja indiferente al espectador.
Bibliografía:
Datos medicamentos: el consumo de antidepresivos crece un 40% (rtve.es)
DSalud nº 88 (1998)
ABC 27/12/2004 (Sociedad)
La Opinión de Murcia 27/08/2013 (Sucesos)
El Mundo 01/09/2013 (Chronicle)