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sábado, noviembre 16, 2024
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La oscura realidad de las “no personas”

Existen millones de personas en todo el mundo, muchas de ellas niños que no están protegidos por nadie. Podemos llenarnos la boca con las recomendaciones de la ONU, o enarbolar las declaraciones de Derechos Humanos, pero la realidad es mucho más atroz. Existen en el mundo millones de personas que son ignoradas, e incluso muchas de ellas, que ni tan siquiera constan en los censos de los diferentes países. Me refiero a lo que he dado en llamar las “no personas”.

En un artículo publicado en 1993, hace de ello treinta años, se hacía referencia a la matanza sistemática de niños pobres en Brasil. Pero lo más aterrador era que la clase media brasileña veía con buenos ojos el asesinato selectivo de niños de la calle o de mendigos. Lo curioso es que se hablaba de una cifra de cerca de 32 millones de personas a las que se las calificaba de muertos de hambre. Sin ir más lejos, hace apenas un año, un experto, que prefiere mantener el anonimato, comentó que cerca del 20% de las personas que viven en las favelas de Rio o de Fortaleza no están ni siquiera censadas.

En aquella época el que parecía ser el más moderno de los ministros de Itamar Franco, Fernando Cardoso, socialdemócrata brasileño, afirmó que la principal amenaza de la democracia en Latinoamérica es la miseria. Esta reflexión, hoy día, puede ser extrapolada a muchas partes del mundo. Las “no personas” se extienden por el planeta con la necesidad de sobrevivir. A todas luces, por ejemplo, la extrema pobreza en la que nacen millones de personas las convierten, cuando son niños, en apetecible mano de obra barata, para utilizarlos como juguetes “rotos” sexuales, o bien, los que más suerte tengan para ser comprados por alguna familia de países ricos que deseen tener un hijo “blanco y rubio”.

Para estas “no personas” nada cambia. Si son niñas y crecen, es muy probable que entren a formar parte de canales de distribución de trata de blancas y sean prostituidas de por vida, una vida a todas luces corta y miserable. Si son niños y crecen, pasaran a formar parte de alguna guerrilla de las miles que se extienden por el mundo, y morirán en cualquier cuneta, para ser un cadáver de esos que se ven en ocasiones en algún informativo, sin interesar quien podría ser el muerto de fondo.

Aunque se ha tomado como referencia Latinoamérica, se podría decir lo mismo de África, América del Norte, la India, Asia, o la propia Europa. Miles de mendigos duermen en las calles cada invierno, muchos de ellos mueren y otros se alimentan sólo de la basura. Apenas se les ve cuando paseamos por las calles de las grandes ciudades y siempre se les ignora.

Celebramos, al calor del dinero, mundiales de fútbol como el de Qatar, en lugares donde se denigra a la mujer, a los homosexuales y se utiliza a las “no personas” como mano de obra barata a la que se puede explotar. No ponemos el grito en el cielo, cuando en un país como Rusia, un narcisista de libro como Vladimir Putin, deja sin energía a medio país en una guerra asesina y cruel donde permanentemente se encuentran fosas comunes con miles de personas yaciendo en ellas. La lista de las “no personas” se va llenando de nombres. Algunas, como las de dichas fosas, acabaran teniendo nombre y apellido, pero ¿dónde estará la memoria de los miles de niños y adultos que mueren en lo más oscuro de África, de otros países asiáticos o de la propia cuna de la democracia, la gran América?

Todo funciona en la actualidad por vectores económicos. Sonreímos a los líderes chinos mientras someten a millones de compatriotas que viven en condiciones miserables, esclavizados ideológicamente y sumidos en normas terribles que imponen unos gobernantes para los cuales la vida humana no tiene valor. Recordemos, entre otros lugares, Afganistán, Corea del Norte, Etiopía, Yemen, y algunos otros; lugares infestos controlados por bandas tribales ideologizadas que tratan a sus congéneres como bestias y las matan cuando ya no son útiles, sin ningún tipo de pudor. Para que mientras, se sigan en los organismos internacionales celebrando reuniones y comidas para tratar de solucionar dichos conflictos.

Las “no personas” llevan saliendo en los informativos del mundo entero desde hace muchos años. Los cadáveres y las desapariciones de personas se extienden por el mundo. Nadie parece querer hacer nada. Si se levantan voces excesivamente críticas, o son silenciadas, o sencillamente se las ignora o se las mata. Si existen personas que desarrollan un espíritu crítico fuera del rebaño, se les ignora o se les destruye a través de las redes sociales.

Pero lo peor de todo es que cada vez más nos encerramos en el ruido de nuestra propia historia, llenando las redes de gatos, perros o arroces, sin darnos cuenta de las atrocidades que en este mismo momento se están cometiendo en el mundo con las “no personas”, las que no saldrán en los medios de comunicación entre un concurso de música o una telenovela, quizá estén siendo asesinadas en ese momento, violadas o sencillamente descuartizadas como ganado para servir a un, cada vez más lucrativo mercado de órganos, que nutre sin duda a mafias internacionales de las que nadie habla.

¿Quién mata a las mujeres en Ciudad Juárez en México? ¿Quién es el muerto que pasa de repente por el Ganges mientras otros se lavan las manos y la cara en un agua putrefacta, sencillamente porque así lo dictan unas anacrónicas leyes religiosas? ¿Qué ocurre en las cavernas más oscuras del mundo afgano y por qué se les tolera? ¿Es el gas, para que nos calentemos los europeos, lo suficientemente importante como para que ignoremos a miles de nuestros compatriotas ucranianos asesinados y enterrados en fosas comunes?

Nada de lo que se ha dicho en este artículo es falso. Y creo sinceramente que se debe seguir luchando. Ahora bien, quizá deberíamos cambiar la aseveración “yo no puedo hacer nada”, por la pregunta “¿en qué puedo ayudar?”. A lo mejor cualquier día de estos nos sorprendemos porque al despertar hemos tenido una idea que puede cambiar al menos el mundo de algunas “no personas”.

Publicacion original en The European Times

Gabriel Carrión López
Gabriel Carrión López
Gabriel Carrión López: Jumilla, Murcia, 1962. Escritor, guionista y realizador. Ha trabajado como periodista de investigación desde 1985 en prensa, radio y televisión. Ha publicado dos libros sobre la banda terrorista ETA. Colabora con medios de prensa libre y es conferenciante sobre temas diversos.

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