by Gabriel Carrión.
En la hora en la que las ciudades duermen, recortando notas de música de Jazz, unos, mientras otros en el abril perdido de Sabina, se sumergen en una copa de vino y observan desde sus balcones y terrazas las luces que alumbran el sorprendente vacío de las calles, he querido sumergirme en la palabra de poemas escritos en un tiempo y en un espacio donde el silencio sólo era el preludio de la explosión de sueños y promesas. Hoy desde la atalaya de mi vieja casa, suspiro por una ciudad que silente, yerma, se enroca en sus silencios. Agradezco el viaje que en esta ocasión han hecho las amigas de amigas mandando sus fotos y espero que nos sirva para darnos cuenta de que detrás de toda calle, acera, espacio, nubes, balcones, carreteras, espacios inanimados, que se esparcen por la ciudad, nos encontramos todos, los propios y los extraños, las historias con sus triunfos y fracasos, unas gentes que somos nosotros, sin olvidarnos de nadie. Sirva este pequeño viaje a través del silencio y la palabra para dejar constancia de que los versos y los sueños caben en cualquier rincón del tiempo y del espacio. Observemos las calles vacías donde hasta el silencio enmudece.
Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras y las grandes, y queremos gritar y en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen. Octavio Paz Calle Antonio Martínez García –
Tengo el desesperante silencio de la angustia y el trino verde herido… ¿Por qué persiste el aire en no darme el sepulcro? ¿Por qué todas las músicas no se rompen a un tiempo a recibir mi nombre? -¡Ah, sí, mi nombre, que me vistió de niña y que sabe el sollozo que me enamora el alma! Julia de Burgos Calle Avenida de Alicante
Todavía tengo casi todos mis dientes casi todos mis cabellos y poquísimas canas puedo hacer y deshacer el amor trepar una escalera de dos en dos y correr cuarenta metros detrás del ómnibus o sea que no debería sentirme viejo pero el grave problema es que antes no me fijaba en estos detalles. Mario Benedetti. Avenida de Jubalcoy
Yo pronuncio tu nombre En las noches oscuras Cuando vienen los astros A beber en la luna Y duermen los ramajes De las frondas ocultas. Y yo me siento hueco De pasión y de música. Loco reloj que canta Muertas horas antiguas. Yo pronuncio tu nombre, En esta noche oscura, Y tu nombre me suena Más lejano que nunca. Más lejano que todas las estrellas Y más doliente que la mansa lluvia. ¿Te querré como entonces Alguna vez? ¿Qué culpa Tiene mi corazón? Si la niebla se esfuma ¿Qué otra pasión me espera? ¿Será tranquila y pura? ¡¡Si mis dedos pudieran Deshojar a la luna!! Federico García Lorca. Calle Federico García Lorca
¿ . . . . . . . . . . . . -Si te amara… qué sería? -Una orgía! -Y si él te amara? Sería todo rituario, pero menos dulce. Y si tú me quisieras? La sombra sufriría justos fracasos en tus niñas monjas. Culebrean latigazos, cuando el can ama a su dueño? -No; pero la luz es nuestra. Estás enfermo… Vete… Tengo sueño! ( Bajo la alameda vesperal se quiebra un fragor de rosa ) . -Idos, pupilas, pronto… Ya retoña la selva en mi cristal! César Vallejo Calle Federico García Lorca
Si tú me dices «¡ven!», lo dejo todo… No volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada… Pero dímelo fuerte, de tal modo que tu voz, como toque de llamada, vibre hasta el más íntimo recodo del ser, levante el alma de su lodo y hiera el corazón como una espada. Si tú me dices «¡ven!», todo lo dejo. Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular; mas he de compensarte mi retardo, difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo de perfume sutil, ante tu altar! Amado Nervo Calle Isaac Peral
Es mediodía. Un parque. Invierno. Blancas sendas; simétricos montículos y ramas esqueléticas. Bajo el invernadero, naranjos en maceta, y en su tonel, pintado de verde, la palmera. Un viejecillo dice, para su capa vieja: «¡El sol, esta hermosura de sol!…» Los niños juegan. El agua de la fuente resbala, corre y sueña lamiendo, casi muda, la verdinosa piedra. Antonio Machado Calle Mariano Benlliure
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más. Pablo Neruda Calle Mariano Benlliure
Se va de ti mi cuerpo gota a gota. Se va mi cara en un óleo sordo; se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo. ¡Se te va todo, se nos va todo! Se va mi voz, que te hacía campana cerrada a cuanto no somos nosotros. Se van mis gestos que se devanaban, en lanzaderas, debajo tus ojos. Y se te va la mirada que entrega, cuando te mira, el enebro y el olmo. Me voy de ti con tus mismos alientos: como humedad de tu cuerpo evaporo. Me voy de ti con vigilia y con sueño, y en tu recuerdo más fiel ya me borro. Y en tu memoria me vuelvo como esos que no nacieron ni en llanos ni en sotos. Sangre sería y me fuese en las palmas de tu labor, y en tu boca de mosto. Tu entraña fuese, y sería quemada en marchas tuyas que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en la noche como demencia de mares solos! ¡Se nos va todo, se nos va todo! Gabriela Mistral Calle Maximiliano Thous
Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada hay besos que se dan con la memoria. Hay besos silenciosos, besos nobles hay besos enigmáticos, sinceros hay besos que se dan sólo las almas hay besos por prohibidos, verdaderos. Hay besos que calcinan y que hieren, hay besos que arrebatan los sentidos, hay besos misteriosos que han dejado mil sueños errantes y perdidos. Hay besos problemáticos que encierran una clave que nadie ha descifrado, hay besos que engendran la tragedia cuantas rosas en broche han deshojado. Hay besos perfumados, besos tibios que palpitan en íntimos anhelos, hay besos que en los labios dejan huellas como un campo de sol entre dos hielos. Hay besos que parecen azucenas por sublimes, ingenuos y por puros, hay besos traicioneros y cobardes, hay besos maldecidos y perjuros. Judas besa a Jesús y deja impresa en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía. Desde entonces en los besos palpita el amor, la traición y los dolores, en las bodas humanas se parecen a la brisa que juega con las flores. Hay besos que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces bien son besos míos inventados por mí, para tu boca. Besos de llama que en rastro impreso llevan los surcos de un amor vedado, besos de tempestad, salvajes besos que solo nuestros labios han probado. ¿Te acuerdas del primero…? Indefinible; cubrió tu faz de cárdenos sonrojos y en los espasmos de emoción terrible, llenáronse de lágrimas tus ojos. ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso te vi celoso imaginando agravios, te suspendí en mis brazos… vibró un beso, y qué viste después…? Sangre en mis labios. Yo te enseñé a besar: los besos fríos son de impasible corazón de roca, yo te enseñé a besar con besos míos inventados por mí, para tu boca. Gabriela Mistral Calle Pascual García Rocamora
A Rafael Alberti Cuando la mar esté bajo tu almohada ¡Alegría de turbas infantiles! ¡Triunfo de los egregios, varoniles pámpanos que estremece la alborada! Frutos dará la náyade dorada que llamea en los ínclitos candiles y en sus perlas de amor claros abriles hervirán al compás de tu mirada. ¡Qué ventura te aguarda en el impacto si alcanzar logras la divina orquesta! Tu frente surtirá con el contacto de la escondida nuez templada y presta que a trompa airada vibrará en el acto. ¡La vida es gracia y el reir no cuesta! Rosa Chacel Calle Pascual García Rocamora
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, De mí murmuran y exclaman: Ahí va la loca soñando Con la eterna primavera de la vida y de los campos, Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, Con la eterna primavera de la vida que se apaga Y la perenne frescura de los campos y las almas, Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos? Rosalia de Castro Porta Tafulles
Yo soy mi propia secretaria mi propia cocinera mi propia modista. Yo soy la que escribe mis poesías y mis relatos. No tengo ningún ayudante que haga mis recados, que ordene mis papeles que ponga al día mi trabajo, que mande los correos electrónicos, que conteste a mis mensajes o que hable con quien haya que hablar. Soy autosuficiente y voy a seguir siéndolo, soy una mujer, ¡vale! Rosa Popelka Calle Solares
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lámparas y la línea de Durero, las nueve cifras y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas. Debo fingir que en el pasado fueron Persépolis y Roma y que una arena sutil midió la suerte de la almena que los siglos de hierro deshicieron. Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pesados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es mentira. Sólo tú eres. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura. Jorge Luis Borges Calle Vicente Fuentes Sansano
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur de ligeros paisajes dormidos en el aire, con cuerpos a la sombra de ramas como flores o huyendo en un galope de caballos furiosos. El sur es un desierto que llora mientras canta, y esa voz no se extingue como pájaro muerto; hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente. En el sur tan distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Su oscuridad, su luz son bellezas iguales. Luis Cernuda Calle Virgen de Loreto – Santa Pola
Ahora quiero amar algo lejano… Algún hombre divino Que sea como un ave por lo dulce, Que haya habido mujeres infinitas Y sepa de otras tierras, y florezca La palabra en sus labios, perfumada: Suerte de selva virgen bajo el viento… Y quiero amarlo ahora. Está la tarde Blanda y tranquila como espeso musgo, Tiembla mi boca y mis dedos finos, Se deshacen mis trenzas poco a poco. Siento un vago rumor… Toda la tierra Está cantando dulcemente… Lejos Los bosques se han cargado de corolas, Desbordan los arroyos de sus cauces Y las aguas se filtran en la tierra Así como mis ojos en los ojos Que estoy sonañdo embelesada… Pero Ya está bajando el sol de los montes, Las aves se acurrucan en sus nidos, La tarde ha de morir y él está lejos… Lejos como este sol que para nunca Se marcha y me abandona, con las manos Hundidas en las trenzas, con la boca Húmeda y temblorosa, con el alma Sutilizada, ardida en la esperanza De este amor infinito que me vuelve Dulce y hermosa.. Alfonsina Storni Puente de la Virgen
Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los dedos… En el viento, al pasar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar. Nadie llega. Están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará… rodará… Si en los ojos te besan esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida, ¿me reconocerás? Alfonsina Storni Carretera Alicante Murcia
Si no es a la risa que dejaste colgada en el respaldo de la cama? Cómo voy a sobrevivir estas distancias, Si no es amarrada a tu palabra? Quién me va a inventar zoológicos en la luna cuando me esconda atrás de un beso? ¿Dónde voy a enterrar mis lugares comunes? Dónde a desvestirme los deseos, dónde a jugar con mis no puedos? Dónde, amor, encontrará esta playa barco, naufrago y puerto? Aída Elena Párraga Avenida de Alicante
Reventones de pólvora, Hay un juego de naipes gastados Como esa risa que fuimos perdiendo Cuando nos vendaron los sueños Para que creciéramos Más tranquilos, más ciegos, Y no preguntáramos Por qué el sol miraba para atrás Desde el umbral sonoro de la lluvia, O por qué los que amábamos No volvieron jamás Para justificar su eternidad A nuestro lado, Y tú Y yo Tuvimos que ir guardando las sillas vacías Pasando llave En el óxido de las chapas antiguas Pasándonos una costura en la boca Para quedarnos Con las palabras estrictamente necesarias A nuestro sencillo amor. El sol mira para atrás Porque tiene que llamar agua Y se ilumina la copa de los manzanos Y nos entra un frío por las rodillas Avisándonos la primera señal. Delia Domínguez Calle Almórida
Si alguien llama a tu puerta, amiga mía, y algo en tu sangre late y no reposa y en tu tallo de agua, temblorosa, la fuente es una líquida de armonía. Si alguien llama a tu puerta y todavía te sobra tiempo para ser hermosa y cabe todo abril en una rosa y por la rosa desangra el día Si alguien llama a tu puerta una mañana sonora de palomas y campanas y aún crees en el dolor y en la poesía Si aún la vida es verdad y el verso existe. Si alguien llama a tu puerta y estás triste, abre, que es el amor, amiga mía. Gabriel García Márquez Maestro Albéniz
Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto que sea como el pájaro más leve y fugitivo? Hundiendo va este odio reinante todo cuanto quisiera remontarse directamente vivo. Amar… Pero ¿quién ama? Volar… Pero ¿quién vuela? Conquistaré el azul ávido de plumaje, pero el amor, abajo siempre, se desconsuela de no encontrar las alas que da cierto coraje. Un ser ardiente, claro de deseos, alado, quiso ascender, tener la libertad por nido. Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado. Donde faltaban plumas puso valor y olvido. Iba tan alto a veces, que le resplandecía sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave. Ser que te confundiste con una alondra un día, te desplomaste otros como el granizo grave. Ya sabes que las vidas de los demás son losas con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya. Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas. A través de las rejas, libre la sangre afluya. Triste instrumento alegre de vestir: apremiante tubo de apetecer y respirar el fuego. Espada devorada por el uso constante. Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego. No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas por estas galerías donde el aire es mi nudo. Por más que te debatas en ascender, naufragas. No clamarás. El campo sigue desierto y mudo. Los brazos no aletean. Son acaso una cola que el corazón quisiera lanzar al firmamento. La sangre se entristece de batirse sola. Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento. Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve como un élitro ronco de no poder ser ala. El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve. Miguel Hernández Calle San Juan
Cuando faltes en la ladera de la vida y los huesos en cenizas te convoquen, llenaré de ritos las ventanas, de geranios los balcones y de lágrimas los ojos. Serás como una nube oscura en el atardecer de cerveza y agonía, mojaré por ti la coraza de las olas que tanto mirabas, y las cáscaras amargas de los cacahuetes rotos salpicarán de incertidumbre los años que han de llegar en tu ausencia. La vida siempre será más fácil, pensaré, sabiendo que tú estabas en ella, llena, si prefieres, de cristales rotos, de ausencias, más, recordaré que eras hierro tesón de aguas, esperanza, solidez en la niebla, rincón seguro, aldaba donde tocar, donde esconderse. Si, cuando faltes en la ladera de la vida y tus manos ya no amasen el pan ácimo de la Pascua, sobrarán días en el calendario para forjar nuevas historias, más estaré desnuda, aposentada en el recuerdo de los muertos, dolorida, fumando un cigarrillo, escuchando, en el silencio de cualquier garito nocturno, una vieja balada de Ismael Serrano, mientras el amor del prójimo me hará pensar en el día más feliz de tu vida. Gabriel Carrión EL – 20
Mi agradecimiento a mi querida amiga Luisa y a su incansable grupo de amigas y familia que han hecho posible, enviando sus fotografías, este pequeño homenaje a una ciudad como Elche que, en esta ocasión simboliza a todas las ciudades del mundo.
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