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martes, abril 22, 2025
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El Papa que siempre pidió servir a los «crucificados» del mundo


El superior general de los jesuitas en una carta de pésame por la muerte del Pontífice escribe: con nuestros hermanos «insistía siempre en la importancia de reservar en nuestra vida de misión un espacio suficiente para la oración y la atención a la experiencia espiritual». Una atención constante y discreta a la Compañía, invitada a dejarse «conmover por el Señor clavado en la cruz»

Antonella Palermo – Ciudad del Vaticano

La Compañía de Jesús comparte el dolor por el final de la vida terrena del Papa Francisco. Y lo hace con profundo sentimiento y con la serenidad que da la firme esperanza en la resurrección por la que el Señor Jesús ha abierto la puerta a la plena participación en la vida de Dios. Así se expresa el padre Arturo Sosa, Superior General de los Jesuitas, en una carta enviada hoy a todos los hermanos del mundo y publicada en la página web de la Curia general.

Dirigió la Iglesia según el Vaticano II

“Su partida nos inquieta, pero un profundo sentimiento de gratitud brota espontáneamente de nuestros corazones”

«El Papa Francisco ha sabido conducir a la Iglesia durante su pontificado, en comunión y continuidad con sus predecesores en el esfuerzo por poner en práctica el espíritu y las orientaciones del Concilio Ecuménico Vaticano II –subraya, al tiempo que recuerda la atención con la que el Papa supo mirar los hechos del mundo – para ofrecer una palabra de esperanza a todos».

Sus encíclicas Laudato si Y Todos los hermanos se consideran extraordinarias porque «no sólo revelan un lúcido análisis del estado de la humanidad, sino que, a la luz del Evangelio, ofrecen caminos para eliminar las causas de tanta injusticia y promover la reconciliación».

El padre Sosa destaca el diálogo «entre unos y otros, entre rivales políticos o entre religiones y culturas» que con Francisco fue «el camino para seguir proponiendo la paz y la estabilidad social, para crear ambientes de comprensión mutua, de cuidado recíproco y de apoyo solidario».

También se expresa admiración por su incansable actividad, «ya que proponía iniciativas o se sumaba a las de otros, siempre convencido del valor de la palabra y del encuentro».

Ante todo, atesora su «constante preocupación por la paz frente a la intolerancia y las guerras que amenazan la convivencia internacional y que generan indecibles sufrimientos entre los más indefensos, la empatía de su corazón con el inmenso flujo de personas desplazadas en todo el mundo, especialmente las que se ven obligadas a arriesgar su vida al atravesar el Mediterráneo».

Caminando juntos, obispo y pueblo, en fraternidad

Caminar juntos, obispo y pueblo, en un camino de fraternidad, amor, confianza y esperanza, y la centralidad de la oración, son para el padre general jesuita las coordenadas esenciales del Magisterio de Francisco. Su preocupación por la sinodalidad como dimensión constitutiva del ser Iglesia es un ejemplo de ello. Sosa subraya esa invitación recurrente e incansable: «No se olviden de rezar por mí».

A continuación, un recuerdo más personal: «Cuando se dirigía a nosotros, sus hermanos jesuitas, siempre insistía en la importancia de reservar un espacio suficiente en nuestra vida de misión para la oración y la atención a la experiencia espiritual», relata Sosa en su carta de hoy, recordando que sin esta actitud de oración, las demás preferencias apostólicas de la Compañía «no darán fruto», tal como les recomendaba el Pontífice.

«De este modo, reiteró la exhortación que hizo en el encuentro con los miembros de la Congregación General 36 (del 24 de octubre del 2016), cuando insistió con fuerza en la necesidad de pedir constantemente consuelo, dejándonos conmover por el Señor clavado en la cruz, que nos mueve al servicio de tantos crucificados en el mundo de hoy. En aquella ocasión, señaló algo que podemos considerar un elemento esencial de nuestra identidad».

Atención discreta y constante a la Compañía

El recuerdo de la alegría que proviene del Crucificado-Resucitado y de su Evangelio, a través del cual se proclama esta consoladora noticia, fue una constante en el pontificado del Papa Francisco, reitera finalmente el general de los jesuitas.

«No es casualidad que muchos de sus documentos magisteriales, empezando por la exhortación apostólica Alegría del evangelio que marcó el tono de su pontificado, tengan incluso en su título esta referencia a la alegría profunda, que para él era algo irrenunciable». La atención del Papa Francisco a la Compañía de Jesús ha sido «discreta y constante».

Las palabras del padre Sosa concluyen con una invitación a acompañar al Papa Francisco en su encuentro definitivo «con el Dios del amor incondicional y de la misericordia infinita», confiados en que el Señor acoge a su Siervo fiel en el banquete del cielo y, movidos por su ejemplo, renovemos nuestro deseo y compromiso de seguir a Jesús pobre y humilde y servir a su Iglesia».



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