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jueves, diciembre 5, 2024
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Escuchar sin condenar es el camino hacia la unidad


En el mensaje entregado por el cardenal Koch al Patriarca ecuménico Bartolomé I con motivo de la fiesta de San Andrés, Francisco exhorta al esfuerzo común y a la oración para «acoger el don divino de la unidad».

Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano

El horizonte de una «comunión plena», que aún no se ha realizado debido a las «divisiones milenarias», se convierte en un estímulo a la oración y al trabajo conjunto para prepararse a «acoger el don divino de la unidad». En su mensaje al Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I con motivo de la festividad de San Andrés, el Papa Francisco anima a escuchar sin condenar como principal camino para la concordia entre católicos y ortodoxos. Un vínculo que el Papa espera que pueda concretarse en la celebración conjunta del inminente 1700 aniversario del primer concilio ecuménico de Nicea, «testimonio de la creciente comunión que ya existe entre todos los bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Intercambio de delegaciones católica y ortodoxa

El mensaje fue entregado al Patriarca Ecuménico por el Cardenal Kurt Koch, Prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, al final de la Divina Liturgia celebrada en la Iglesia Patriarcal de San Jorge al Fanar, en Estambul (Turquía). La presencia de una delegación de la Santa Sede -de la que forman parte los demás superiores del Dicasterio, el secretario monseñor Flavio Pace y el subsecretario monseñor Andrea Palmieri, junto con el nuncio apostólico en Turquía, el arzobispo Marek Solczyński- se inscribe en el tradicional intercambio de delegaciones católicas y ortodoxas con ocasión de las respectivas fiestas patronales.

El «fructífero» diálogo en el movimiento ecuménico

El Papa Francisco recuerda el reciente 60 aniversario de la promulgación del decreto Reintegración de la unidadcon el que la Iglesia católica entró oficialmente en «el movimiento ecuménico». Un «camino de diálogo», particularmente «fecundo» con los ortodoxos, en el signo de una «renovada fraternidad» que se vive hoy «con particular intensidad».

«Divisiones milenarias» a superar en «plena comunión»

Sin embargo, señala Francisco, esa «plena comunión entre todos los cristianos» deseada por el documento aún no se ha hecho realidad. «Esto no es sorprendente -subraya el Papa-, ya que las divisiones milenarias no pueden superarse en pocas décadas. La concordia integral no puede prescindir de su «dimensión escatológica, innegable en la medida en que el camino hacia la unidad coincide con el de la salvación ya dada en Jesucristo, de la que la Iglesia participará plenamente sólo al final de los tiempos».

Oración y esfuerzos comunes por la unidad

No hay que perder de vista, por tanto, el «objetivo último» de la comunión entre cristianos y ortodoxos, según Francisco, así como la «confianza» en su unidad, que se alcanzará «en el curso de la historia y en tiempos razonables».

«Católicos y ortodoxos no deben dejar de rezar y trabajar juntos para prepararse a aceptar el don divino de la unidad».

Escuchar sin condenar, el modelo del Sínodo

El compromiso de la Iglesia católica en esta dirección recibió un nuevo impulso del último Sínodo, escribe el Papa. «Escuchar sin condenar» es el modelo emprendido por la Asamblea de Obispos. Un ejemplo que, «en un mundo desgarrado por la oposición y la polarización», Francisco espera que pueda reproducirse también en el diálogo entre las distintas confesiones cristianas. En el marco del Sínodo, el Papa recuerda también la contribución del metropolita Job de Pisidia, delegado del Patriarca ecuménico de Constantinopla.

La unidad de los cristianos, signo de paz en tiempos de guerra

El próximo aniversario del primer Concilio Ecuménico de Nicea, dice el Pontífice, «reforzará los lazos ya existentes y animará a todas las Iglesias a dar un testimonio renovado en el mundo de hoy». La «fraternidad» entre las distintas confesiones será un ejemplo para un mundo «afligido por la guerra y la violencia». En este sentido, Francisco concluyó renovando el llamamiento «por la paz en Ucrania, Palestina, Israel y Líbano, así como en todas aquellas regiones donde se libra lo que a menudo he llamado una guerra mundial a trozos».



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