Este 21 de noviembre, el Santo Padre recibió en audiencia a los participantes en la primera Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Cultura y la Educación. A ellos, el Pontífice los alentó a desarrollar “un proyecto cultural que permita formar personas capaces de ayudar al mundo a cambiar de página, erradicando la desigualdad, la pobreza endémica y la exclusión”.
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“Los insto a que comprendan su misión en el ámbito educativo y cultural como una llamada a ampliar sus horizontes, a desbordar de vitalidad interior, a dar lugar a posibilidades sin precedentes, a ofrecer modos de dar que sólo se amplían cuando se comparte”, con estas palabras el Papa Francisco alentó a los participantes en la primera Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Cultura y la Educacióna quienes recibió en audiencia la mañana de este jueves, 21 de noviembre, en la Sala Clementina del Vaticano.
Dos ámbitos fructíferos y desbordantes
A los miembros de este Dicasterio vaticano que celebran por primera vez su Asamblea Plenaria, el Santo Padre en su discurso les reiteró la importancia del riesgo de poner juntos este binomio: cultura y educación.
“Cuando, con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, decidí unir los dos órganos de la Santa Sede que se ocupaban de la educación y de la cultura, no me motivó tanto la búsqueda de una racionalización económica, sino más bien una visión de las posibilidades de diálogo, de sinergia e innovación que pueden hacer que estos dos ámbitos sean aún más fructíferos, diría desbordantes”.
El mundo necesita nuevos poetas sociales
En este sentido, el Papa Francisco señaló que, el mundo necesita nuevos intérpretes de los recursos que el ser humano lleva dentro de sí, nuevos poetas sociales. De hecho, dijo el Papa, no hacen falta modelos educativos que sean meras “fábricas de resultados”, sin un proyecto cultural que permita formar personas capaces de ayudar al mundo a cambiar de página, erradicando la desigualdad, la pobreza endémica y la exclusión.
“Las patologías del mundo actual no son una fatalidad que debamos aceptar pasivamente, y mucho menos cómodamente. Las escuelas, las universidades, los centros culturales deben enseñarnos a desear, a tener sed, a tener sueños, porque, como nos recuerda la Segunda Carta de Pedro, ‘esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los que habite la justicia’ (3,13)”.
El criterio básico de discernimiento y conversión
Y citando una poesía de Emily Dickinson, el Obispo de Roma invita a los miembros de este Dicasterio a que la “calidad de las expectativas” debería convertirse en el criterio básico de discernimiento y conversión de nuestras prácticas culturales y educativas.
“La pregunta clave para nuestras instituciones es ésta: ¿Qué estamos esperando realmente? Quizás la respuesta honesta resulte decepcionante: el éxito a los ojos del mundo, el honor de estar en el “ranking” o la autoconservación. Por supuesto, si ese fuera el caso, ¡sería muy poco!”.
No dejar que el miedo nos abrume
Por todo ello, el Santo Padre los alienta a no tener ninguna razón para dejar que el miedo nos abrume. Primero, porque Cristo es nuestro guía y compañero de viaje. En segundo lugar, porque somos custodios de un patrimonio cultural y educativo superior a nosotros mismos, que va desde san Agustín, Efrén el Sirio, Tomás de Aquino, Edith Stein, el Beato Angelico, Mozart, Mark Rothko, Olivier Messiaen y Blaise Pascal.
“En una palabra, somos herederos de la pasión educativa y cultural de tantas Santas y tantos Santos”.
Liberémonos de todo peso de pesimismo
Y es precisamente, al mundo de la cultura y la educación que el Papa Francisco confía la promoción de la esperanza, sobre todo, en proximidad del inicio del Año Santo de 2025, para que se pueda ampliar este grito de esperanza.
“Liberémonos de todo peso de pesimismo: el pesimismo no es cristiano. Converjamos, con todas nuestras fuerzas, para liberar al ser humano de la sombra del nihilismo, que es quizás la plaga más peligrosa de la cultura actual, porque es la que pretende borrar la esperanza. Y no lo olvidemos: la esperanza no defrauda, es la fuerza. Esa imagen del ancla: la esperanza no defrauda”.
Es genocidio cultural cuando les robamos el futuro a los niños
Teniendo presente que, hoy el mundo tiene el mayor número de estudiantes de la historia, sin embargo, afirma el Papa, persisten tristes disparidades entre los estudiantes, así como un fuerte abandono escolástico que son necesarios que sean cambiados.
“Es un imperativo moral cambiar esta situación. Porque los genocidios culturales no ocurren sólo por la destrucción de un patrimonio; hermanos y hermanas, es genocidio cultural cuando les robamos el futuro a los niños, cuando no les ofrecemos las condiciones para convertirse en lo que podrían ser. Cuando vemos niños en muchos lugares yendo a la basura a buscar cosas para vender y así poder comer, pensamos en el futuro de la humanidad con estos niños”.
Estudiar los beneficios y peligros de la IA
Ante la aceleración científica que está afectando al mundo cultural con el desarrollo de la Inteligencia Artificial, el Papa Francisco espera que los centros de investigación universitarios estudien esta «revolución» para poner de relieve «las ventajas y los peligros». Y concluye repitiendo:
“No debemos dejar que el sentimiento de miedo gane. Recuerden que las transiciones culturales complejas a menudo resultan ser las más fructíferas y creativas para el desarrollo del pensamiento humano. Contemplar a Cristo vivo nos permite tener la valentía de lanzarnos hacia el futuro, confiando en la palabra del Señor que nos interpela: Pasemos a la otra orilla’. Por favor, no sean un educador jubilado: el educador siempre avanza, siempre”.
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