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sábado, noviembre 16, 2024
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Netflix y El Imperio del Dolor (Oxicodona)

A mi hijo, con 15 años le recetaron OxiConti, sufrió años y años de adicción y a los 32 años falleció en soledad y bajo el frío en el aparcamiento de una gasolinera. Quien afirma lo anterior, es la madre de Christopher Tejo. Y su testimonio aparece en el capítulo nº 1 de la serie Medicina Letal, que desde hace unos días se puede ver en la plataforma Netflix. (puedes ver el trailer al final del artículo)

Pero vayamos por partes. El Oxiconti, Oxicontin y Oxicodona, son fármacos de la misma familia que se siguen recetando para presuntamente aliviar el dolor a lo largo de 12 horas. Si por casualidad se lo receta su médico de cabecera, antes de tomarlo, en cualquier parte del mundo o bajo cualquier circunstancia, no estaría de más entrar y leer lo que pone en la agencia de medicamentos y productos sanitarios de su país.

En el caso que nos ocupa, la agencia española de medicamentos y productos sanitarios, en el siguiente enlace nos advierte claramente sobre los peligros de ingerirlo: .:: CIMA ::. PROSPECTO OXYCONTIN 5 mg COMPRIMIDOS DE LIBERACION PROLONGADA (aemps.es) Si usted después de leerlo considera que debe ingerir dicho veneno, recuerde el caso recomendado en la entradilla.

Extraigamos un par de notas de dicha información, siendo todo ellos relevante:

El uso concomitante de opioides, incluida la oxicodona, y medicamentos sedantes como las benzodiazepinas o medicamentos relacionados, aumenta el riesgo de somnolencia, dificultad para respirar (depresión respiratoria), coma y puede poner en riesgo la vida. Debido a esto, el uso concomitante solo debe considerarse cuando no son posibles otras opciones de tratamiento…

(…) Este medicamento contiene oxicodona, que es un medicamento opioide. El uso repetido de analgésicos opioides puede hacer que el medicamento sea menos eficaz (usted se acostumbra a él, lo que se conoce como tolerancia). El uso repetido de OxyContin también puede causar dependencia, abuso y adicción, que puede provocar una sobredosis que ponga en riesgo su vida. 

Repito, lea con atención el enlace anterior con el propósito de saber hasta que punto la información puede salvarle la vida. Aunque si lo prefiere, le animo a leer el libro El imperio del dolor, de Patrick Radden Keefe, un periodista de The New Yorker, en cuyo texto se a basado la serie Medicina Letal de la plataforma Netflix.

Además, al inicio de cada uno de los capítulos se va a encontrar el espectador con el testimonio de un familiar de algún afectado por dicho “cáncer” mundial convertido en pastilla. Algo interesante que añade un valor a la información que se facilita.

Quizá el único riesgo que subyace para el espectador es pensar que se trata de una ficción y eso le aleje de la verdadera realidad, que no es otra que los miles, sino millones de adictos que ha ido creando por todo el mundo dicho compuesto, al amparo de farmacéuticas, visitantes médicos, médicos y dispensadores.

Sin contar con el sinfín de personajes siniestros vinculados al tráfico de este medicamentos que abastecen a los adictos cuando la Medicina Letal le ha puesto la soga al cuello y después los abandona. Quizá por comentar alguna otra relevante historia llevada a la pequeña pantalla y que fue mundialmente conocida es House. La historia de un médico que iba mandando a la mierda su vida de manera permanente por su adicción a los opiáceos y en especial a la oxicodona.

También se puede tener, al margen de los miles de documentos que existen sobre dicho tema, acceso a más información con la serie ya amortizada Dopesik. Dicha serie fue la primera que se realizó en los EEUU sobre dicho tema.

Curiosamente al margen de la ficción, que saca de una manera recurrente el tema de la oxicodona como parte de una trama e incluso detiene a determinados traficantes con apenas el contenido de cualquier frasco de los que se pudiera conseguir en algún lugar del mundo por cauces legales, salvo estas dos series y el libro antes mencionado no se suele divulgar mucho sobre dicho tema. ¿Por qué?

Quizá la respuesta esté en el libro antes mencionado El imperio del dolor, en cuya contraportada podemos encontrar un reclamo-resumen de cuanto nos vamos a encontrar en su interior:

El apellido Sackler adorna los muros de las instituciones más distinguidas: Harvard, el Metropolitan, Oxford, el Louvre… Es una de las familias más ricas del mundo, benefactora de las artes y las ciencias. El origen de su patrimonio siempre fué dudoso, hasta que salió a la luz que lo habían multiplicado gracias al OxyContin, un potente analgésico que cataliza la crisis de los opioides en Estados Unidos.

El imperio del dolor empieza en la Gran Depresión, con la historia de tres hermanos dedicados a la medicina: Raymond, Mortimer y el infatigable Arthur Sackler, dotado de una visión especial para la publicidad y el marketing. Años después, contribuyó a la primera fortuna familiar ideando la estrategia comercial de Valium, un revolucionario tranquilizante.

Unas décadas mas tarde fue Richard Sackler, el hijo de Raymond, quien pasó a dirigir los negocios del clan, incluida Purdue Pharma, su propia farmacéutica. Basándose en las tácticas agresivas de su tío Arthur para vender Valium, lanzó un fármaco que había de ser definitivo: OxyContin. Con él ganaron miles de millones de dólares, pero terminaría por arruinar su reputación.

¿Creen ustedes que la reputación de estos siniestros personajes les preocupa a los miles de víctimas y cientos de miles de familiares que han visto como se destrozaban la vida los adictos a ese medicamento y sus derivados?

Pero los Sackler no parecen ser los únicos culpables. Quizá sería hora de comenzar a desmontar dicho apellido de algunas instituciones. Universidades de prestigio o los museos de prestigio antes mencionados deberían ver si tener dicho apellido en sus paredes les convierte en cómplices emocionales de esta tragedia. Y qué decir de muchos medios de comunicación en todo el mundo, corporaciones, e incluso políticos que, seguro han gozado del favor de dicha familia entre su donantes.

Pero que no sea yo quien lo diga, aunque suscribiendo cuanto dice Patrick Radden, dejemos que sean sus palabras las que pongan fin a este artículo-reportaje:

(pág. 573 del libro) Como he dejado claro a lo largo del libro, el OxiContin estaba lejos de ser el único opioide publicitado de forma fraudulenta o del que se conociese un amplio número de casos de abuso, y la elección de centrarme en Purdue no implica que no haya otras empresas farmacéuticas que no merezcan cargar con una buena parte de la culpa de la crisis. Lo mismo puede decirse de la FDA, de los médicos que prescribían las recetas, de los mayoristas que distribuían los opioides y de las farmacias que aceptaban dichas recetas.

(…) Las tres ramas de la familia Sackler se mostraron poco entusiastas ante la perspectiva de que este libro se fuese a publicar. La viuda de Arthur y sus hijos declinaron las repetidas invitaciones a mantener una charla, como también lo hizo la rama de los Mortimer de la familia. La de Raymond optó por adoptar la posición de una antagonismo más activo, hasta el punto de contratar a un abogado, Tom Clare, quien está al frene de un bufete boutique con sede en Virginia, especializado en amenazar a periodistas para así hacer que las historias se “mueran” antes ni siquiera de que hayan llegado a publicarse.

Quiero comentar que las letras en negrita son mías y las incorreciones del texto, si es que las hubiera, también. Queda claro que las industrias farmacéuticas pueden utilizar todo su poder para destruir a personas con determinados tipos de medicamentos, utilizando el eufemismo de un bien mayor, aceptado por medios de comunicación laxos a la hora de investigar o por un sistema sanitario laxo a la hora de tomar medidas debido, en ocasiones al pesebrismo en forma de regalos o prebendas que se reciben.

Ojo con los opiáceos, con todo tipo de opiáceos. Son adictivos y peligrosos y sus efectos secundarios terribles, incluso, como sus mismas contraindicaciones indican podría peligrar su salud o su vida.

Pero esto, ¿no lo sabe la clase médica mundial, y la política? De nosotros va a depender no ser, al final del recorrido, una sociedad dopada por el poder de algunas grandes corporaciones farmacéuticas cuyo único interés es un puñado de dólares.

Publicacion original en The European Times

Gabriel Carrión López
Gabriel Carrión López
Gabriel Carrión López: Jumilla, Murcia, 1962. Escritor, guionista y realizador. Ha trabajado como periodista de investigación desde 1985 en prensa, radio y televisión. Ha publicado dos libros sobre la banda terrorista ETA. Colabora con medios de prensa libre y es conferenciante sobre temas diversos.

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