Peter Breggin, profesor de psiquiatría en varias universidades de EE.UU., consultor privado como médico en Ithaca (Nueva York), articulista de revistas científicas y autor de numerosos libros, afirmó en una ocasión en público que, si uno tiene un problema psiquiátrico, no debe consultar a un psiquiatra, porque es demasiado peligroso. Peter C. Gotzsche, catedrático en Medicina y especialista en el análisis de los medicamentos, escribió en uno de sus libros en 2018, dirigiéndose a todos aquellos que tomaban medicamentos psiquiátricos y en especial psicofármacos:
Hace unos días me llagaba hasta mi bandeja de correo electrónico un artículo sobre el caso de una niña en Murcia, que había sido diagnosticada de TLP, Trastorno Límite de Personalidad a los 17 años, y con 20 ya no podía más.
Al parecer esta joven acudió el pasado 4 de enero a urgencias de un hospital, el Morales Meseguer, con ideas suicidas, pero lejos de preocuparse por su estado, según comentaba Cayetano Toledo, secretario de la Asociación TLP Cartagena, en una emisora de radio: Se habían limitado a darle una cita con su psiquiatra para el 11 de marzo.
Ante esto comenzaron los padres de la joven a presionar y también dicha asociación, consiguiendo que la joven recibiera una llamada de su psiquiatra comentándole que al tener TLP debía seguir medicándose y recibir mucha psicoterapia. Manteniéndole la cita para dicho día. ¿Creemos que esa es la manera de afrontar la ayuda a una joven en la flor de su vida, por parte de personas a las que se les supone muy leídas?
Un conocido mío J. T., estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico por un problema grave de ansiedad, le habían recetado tantas pastillas que era incapaz de volver a encauzar su vida de una manera normal. Hace dos meses acudió a una consulta psiquiátrica ordinaria donde su médico le dijo categóricamente que él lo único que hacía era drogarle, pero que eso no solucionaba el problema. Le recomendó una cita con el psicólogo de la Seguridad Social, obteniéndola para varios meses después.
Después del COVID la psiquiatría parece haber salido reforzada, pero ¡ojo! ¿podemos creer todo cuanto nos cuentan estos médicos, o debemos poner en duda sus diagnósticos?
Antonio Muro, articulista en revistas especializadas, en 2010, publicó un interesante artículo donde argumentaba lo siguiente:
Cada día son más las personalidades del mundo científico que están en contra del uso de los psicofármacos de una manera regular. E incluso conciben la medicina como un negocio que de manera global nos absorbe como meros números estadísticos para alcanzar objetivos económicos de hondo calado, sin importar realmente la propia salud. Antonio Sitges-Serra, Catedrático de Cirugía de la Universidad Autónoma de Barcelona, entre otras muchas actividades, incluida la de articulista científico del diario El Periódico entre 1997 a 2017, comentaba en uno de sus libros:
Y cual es el detonante para ser tildado de enfermo mental por alguno de esos sesudos médicos, mostrar que la vida, las cosas que le ocurren, los miedos que determinadas cuestiones le provocan le afectaban en el plano de las emociones. Pero ¿es que acaso las emociones no forman parte de lo que somos? No voy a adentrarme en ese terreno, pero baste decir que si usted va a un médico de cabecera hoy día contándole que tiene algunos estados de ánimo extraños, incluso le animo a que se les invente, le diagnosticará inmediatamente como depresivo, le recetará alguna medicación peligrosa, que seguro, tendrá en sus contraindicaciones que provoca depresión, y algunas cuestiones peores y si exagera el “presumible delirio” le dará la baja o algo peor, le concertará una cita con un psiquiatra que le meterá en una rueda de medicación psicotrópica que tan sólo le conducirá a la más oscura de las cuevas.
El autor que cité con anterioridad, Antonio Sitges-Serra, escribió un libro titulado Si puede, no vaya al médico. Otro de los citados galenos, Peter C. Gotzsche, especialista en el análisis de medicamentos, fue aún más lejos en uno de sus libros Cómo sobrevivir en un mundo sobremedicado, donde afirmó:
Hace unos días en el Clínico de Valencia, España, una niña de 12 años falleció, después de ir tres veces en ocho días a urgencias, donde le comentaron que sus dolores abdominales y estomacales eran producto, entre otros diagnósticos erróneos de la regla, al final acabó muriendo de peritonitis, algo que además sus padres habían estado advirtiendo que le podría estar ocurriendo. La soberbia y la sabiduría inútil de algunos médicos de urgencia acabó con la vida de esa niña. ¿Quién le pone precio a tamaña tragedia?
Y para concluir comentar lo que Thomas Dorman, miembro del Colegio Real de Médicos del Reino Unido y Canadá, afirmó en la primera década del 2000 sobre el DSM, una especie de biblia para los psiquiatras que, creada por ellos mismos, les sirve como libro de cabecera para argumentar de una manera bochornosa sus diagnósticos sin aval científico alguno:
Lo interesante sería que de manera coordinada, diferentes estamentos relacionados con la salud, serios, comprometidos y éticos, es decir no manipulados por las industrias farmacéuticas, se decidieran a desintoxicar de una manera permanente a los millones de personas que están siendo sobremedicados y conducidos a un oscuro bosque donde se pierden de manea irreversible en una maraña de sensaciones provocadas por los medicamentos que consumen, son adictos y lo único que necesitan es que alguien les eche una mano para que dejen de consumir lo que estén tomando. Recordemos que la medicina es hoy una gran industria que se mueve únicamente por dinero, nada más que por dinero.
Bibliografía:
- Revista DSALUD, nº 128 – Art. ¿Es la psiquiatría una disciplina científica o una estafa?, autor Antonio Muro, año 2010.
- Libro: Cómo sobrevivir en un mundo sobremedicado, autor Peter C. Gotzsche, Roca Editorial, 2019.
- Libro: Si Puede no vaya al médico, autor Antonio Sitges-Serra, DEBATE, 2020.