El Cardenal Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica presidirá la eucaristía ya que el Romano Pontífice se encontrará en África realizando su 40º viaje apostólico internacional.
Sebastian Samson Ferrari – Ciudad del Vaticano
El Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica informa, en un comunicado, que el jueves 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, el Prefecto, Cardenal João Braz de Aviz, presidirá la Celebración Eucarística en la Basílica papal de Santa María la Mayor en Roma a las 18:00 horas. La Santa Misa estará precedida por el rezo del Rosario, que comenzará a las 17.15 horas.
«La Jornada será una ocasión para agradecer al Señor el don de la vida consagrada y para orar por el Santo Padre Francisco que, precisamente en esos días, estará en la República Democrática del Congo y en Sudán del Sur donde tantos consagrados y consagradas realizan su misión en contextos de pobreza y marginación social», afirma la nota.
El mensaje concluye recordando que «en todas las partes del mundo, la vida consagrada responde a la llamada a dar testimonio del Evangelio ocupándose de los más frágiles, de las víctimas de la injusticia y de las desigualdades sociales, realizando gestos de solidaridad, comprometiéndose en la construcción de un futuro de paz y de un mundo en el que todos puedan reconocerse hermanos y hermanas».
Vocación de compasión y ternura
João Braz de Aviz firma una carta dirigida a los consagrados y las consagradas, junto con el arzobispo secretario, José Rodriguez Carballo. En ella, recuerdan que esta Jornada «nos une a todas las comunidades de vida consagrada dispersas por el mundo, peregrinas en la misma tierra que nos sostiene y en la que vivimos esta historia que nos desafía con sus clamores».
En su mensaje, se refieren a «ensanchar la tienda» en el marco del proceso sinodal que vive la Iglesia, como plantea el documento para la fase continental del Sínodo, enfatizando que «la misión nos lleva hacia la plenitud de nuestra vocación cristiana nos da la oportunidad de volver al estilo de Dios, que es ‘cercanía, compasión y ternura’ que se expresa con palabras, con la presencia, con lazos de amistad».
En esta Jornada, los autores del texto invitan a los consagrados a realizarse una serie de preguntas; por ejemplo, si invocamos al Espíritu con fuerza y perseverancia y le pedimos que Él reavive en nuestro corazón el fuego misionero, el celo apostólico, la pasión por Cristo y la humanidad.
Estén donde estén, estén como estén, los religiosos son misión «si está en nuestro corazón el Amor de Dios». «La misión ensancha el espacio de nuestra tienda y nos enseña a crecer en sincera armonía, estrechando lazos, caminando juntos, con la premura de María y con su profunda alegría», concluyen.
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